En 1957, sucedió un hallazgo que marcaría uno de los misterios más grandes en Estados Unidos, el caso del "niño de la caja"
Era una fría mañana de febrero de 1957 en Filadelfia - EEUU cuando un joven universitario, en un recorrido por los bosques de Fox Chase, hizo un descubrimiento aterrador.
Cerca del sendero, en una caja de cartón encontró un cadáver. Era un cuerpo de un niño desnudo. El joven universitario huyó despavorido, horas después dio parte de su hallazgo a las autoridades.
La policía llegó al sitio y encontraron que el niño muerto estaba envuelto en una manta a cuadros. Calcularon que el cadáver era de un menor de tres a siete años de edad. Tenía el cabello cortado en fecha reciente y no presentaba signos de malnutrición. A poca distancia, los policías encontraron, además, una gorra, presuntamente del niño.
Como detalles llamativos, el cadáver presentaba cicatrices de cirugía en el tobillo y la ingle. Otra cicatriz, esta vez en forma de L, marcaba la parte inferior de su barbilla.
En un principio, las autoridades creyeron que sería sencillo determinar las circunstancias y los responsables de aquella atrocidad. Tomaron las huellas dactilares del menor muerto para identificarlo, pero… ¡de esas huellas no existían registros! El asunto se complicaba.
De inmediato la prensa se hizo eco del caso. De hecho, a la prensa se debe el título sensacionalista de “El niño en la caja”. La labor de los periodistas y la presión popular movilizó a la policía que no escatimó en recursos y agentes.
Tras varias semanas de pesquisas infructuosas, las autoridades imprimieron y circularon cerca de medio millón de folletos impresos con las imágenes post mortem del niño asesinado. Incluso, llegaron a publicar esas imágenes en los recibos de la electricidad. Todo fue en vano.
El niño de la caja. Las teorías
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| Reconstrucción facial del niño |
En 1960 fue lanzada una de las primeras hipótesis del caso. Su defensor era Remington Bristow un forense que dedicó gran parte de su vida a tratar de resolver el caso.
Según Bristow, el pequeño vivía con su madre en un cercano centro de acogida. Las huellas del menor no aparecían en los registros, simplemente porque fue fruto de un embarazo fuera del matrimonio, lo cual era muy mal visto en aquella época. La moral no lo permitía, de modo que la mujer tuvo al niño en secreto.
Sin embargo, Bristow no creía en la teoría del asesinato y planteaba que la muerte del menor ocurrió de manera accidental y que abandonaron el cuerpo del pequeño una vez haya muerto..
Mucho tiempo después, en 2002, surgió una segunda teoría.
Una mujer, identificada solo como “M” en los registros, declaró que su madre había comprado a un niño llamado “Jonathan” en 1954, tres años antes del hallazgo del cadáver en la caja.
Según la declaración, el niño fue sometido a abusos físicos y sexuales. Una noche, durante la cena, el niño habría vomitado su comida de frijoles al horno y recibió una fuerte tunda, con la cabeza golpeada contra el suelo hasta que quedó semiconsciente. Luego se le habría dado un baño, durante el cual habría muerto, horas después la madre de "M" junto a "M" habrían ido a dejar el cuerpo sin vida en los bosques de Fox Chase. Estos detalles coincidían con la información conocida solo por la policía, ya que el médico forense había descubierto que el estómago del niño efectivamente contenía restos de frijoles cocidos y que sus dedos estaban arrugados por la inmersión en agua.
Sin embargo, aunque la policía consideró está historia como verosímil, desestimó las declaraciones de “M” por padecer de desequilibrios mentales desde mucho antes. Además, los vecinos que tuvieron acceso a la casa de "M" durante el período de tiempo de los hechos, negaron que hubiera un niño viviendo allí y rechazaron las afirmaciones de "M" como "ridículas".
Han pasado más de sesenta años y el misterio del niño de la caja sigue sin resolverse, nunca se supo la identidad del niño ni nadie jamás reclamó su cuerpo. El niño de la caja fue originalmente enterrado en una fosa común. En 1998, el cuerpo fue exhumado con el propósito de extraer ADN, que se obtuvo del esmalte de un diente. Lo volvieron a enterrar en el cementerio de Ivy Hill en Cedarbrook, Filadelfia, que donó una parcela individual.
Este es un caso como el de otros crímenes célebres que aún no se cierran en los Estados Unidos. Recordemos, por ejemplo, el misterio de la Dalia Negra.
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