Con frecuencia solemos pensar que todo lo que ocurre está regido por el signo de la casualidad que, en todo caso, somos siempre marionetas en manos del azar.
Con frecuencia solemos pensar que todo lo que ocurre está regido por el signo de la casualidad que, en todo caso, somos siempre marionetas en manos del azar.
Negamos, de tal modo, las ideas trascendentes que le pudieran dar significado a la existencia humana y nos concentramos en obrar solo con la mira puesta en nuestros propios intereses.
¿Es tan aleatoria la vida, tan accidental? ¿No hay algo más importante y sumo, trascendente? ¿Para qué vivimos? Son preguntas que eludimos con frecuencia.
Del milenario Oriente, desde el siglo V antes de Cristo, nos llegó la célebre Ley del Karma, conocida igualmente como "ley de causa y efecto" que nos explica, en suma, que los sucesos (todos) son obra de "causas" definidas.
Según el Karma, lo que pensamos, decimos o hacemos genera consecuencias. Así, quien comete errores y los comprende puede evolucionar rectificando y, por otro lado, quien acierta recibirá mayor bienestar y otros dones felices.
El Karma se concibe como una energía que trasciende, derivada de los actos humanos y, además, las reencarnaciones sucesivas quedan condicionadas por el accionar en vidas anteriores.
De esta forma, según la ley del Karma, todos estamos en libertad para escoger entre el bien o el mal, pero hay que asumir luego las consecuencias generadas por nuestros actos. Actos, palabras y pensamientos de nuestras “vidas pasadas” pueden asomarse entonces a nuestro presente y condicionarlo.
La reencarnación es una pieza fundamental para entender la Ley del Karma, pues una sola vida no es lo suficientemente larga como para experimentar todos los resultados de nuestras acciones, buenas o malas.
Mediante el Karma y la reencarnación se explica el fenómeno de los niños prodigio, quienes suman en sí mismos el talento desperdiciado, el tiempo perdido, en muchas vidas anteriores.
Desde el punto de vista de la justicia, el Karma nos da una justificación de por qué, en muchas ocasiones, le suceden cosas malas a personas buenas, y viceversa.
La ley del Karma se resume en "causa y efecto" donde el ser humano de acuerdo a los actos, recibe su premio o castigo. Pero ¿qué tal que somos obligados a actuar de cierto modo y obligados a recibir un Karma sea de premio o castigo?
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