Para un viajero que llegue a Inglaterra y pase por el condado de Devon será inevitable visitar Dartmoor, región famosa por haber servido de escenario a la novela El sabueso de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle. La misma alberga uno de los enigmas más interesantes de ese antiguo país, nos referimos al misterio del sepulcro de Mary Jay.
Para un viajero que llegue a Inglaterra y pase por el condado de Devon será inevitable visitar Dartmoor, región famosa por haber servido de escenario a la novela El sabueso de los Baskerville, de Arthur Conan Doyle. La misma alberga uno de los enigmas más interesantes de ese antiguo país, nos referimos al misterio del sepulcro de Mary Jay.
Se trata de una tumba común y corriente, ubicada en un cruce de caminos, donde tiene lugar un fenómeno inexplicable para la razón: a lo largo del año el sitio se mantiene cubierto de flores frescas sin que nadie las haya colocado allí.
Se cuenta que este sepulcro pertenece a una joven, llamada Mary Jay, que vivió por los alrededores en el siglo XVIII. La chica fue abandonada al nacer en una suerte de hospicio llamado La casa de los pobres. De nombre le dieron el de Jay, que significa Jota en inglés, y le añadieron el común Mary.
Como era habitual en la época, al crecer Mary Jay fue puesta al servicio de una granja cercana, donde realizaba labores difíciles de agricultura y ganadería durante todo el día, lo cual le garantizaba refugio y sustento diario.
Mas, lamentablemente, parece ser que se estableció una relación amorosa entre la chica y el hijo del granjero, cuya consumación terminó en embarazo. El resultado no se hizo esperar, la joven fue expulsada de la granja, con su reputación hecha pedazos. La vergüenza llevó a Mary Jay a tomar una decisión extrema: acabó por ahorcarse.
Las costumbres cristianas dicen que no se puede enterrar santamente a una persona que se haya suicidado. Ninguna parroquia le dio recibimiento, razón por la cual se sepultó el cadáver en este cruce de caminos de los terrenos de Dartmoor.
Nunca sabremos si, como señalan los lugareños, existen o no hadas que cada mañana renuevan las flores que nacen de este montículo, pero lo que sí no deja de resultar sorprendente es que todo el año haya plantas frescas adornando el lugar, hecho que invitará siempre a cualquier viajero a presenciar con sus propios ojos el misterio del sepulcro de Mary Jay.
Ruth Lelyen
@rusiluna
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