Una noticia publicada en la década de los 60s se ha convertido en una Leyenda Urbana.
Esta noticia la publicó un rotativo norteamericano en el año 1968. El nombre del periódico no se adjunta y tampoco es relevante.
Un técnico montador de antenas, de treinta y dos años, ha sido arrastrado por el coche de su mujer durante casi seiscientos metros. El técnico sufrió numerosas contusiones, una pierna y varias costillas fracturadas y conmoción cerebral.
En principio, esta noticia no tendría nada de excepcional. El cariz extraño del suceso se entrevé cuando el técnico en el hospital cuenta a los periodistas cómo ocurrieron los hechos:
Había conseguido la mejor antena del mercado y estaba impaciente por colocarla en casa ese fin de semana, aprovechando el buen tiempo. Para evitar cualquier caída, me até una cuerda a la cintura, la pasé alrededor de la chimenea y, desde el tejado, le pedí a mi hijo de ocho años que atara el otro extremo a algo seguro. A los pocos minutos yo trabajaba instalando la antena en el tejado; mi hijo, que ya había anudado la cuerda conforme le pedí, jugaba en un parque cercano y mi mujer se disponía a marcharse de compras en su coche.
Ni ella ni yo nos dimos cuenta hasta que fue demasiado tarde. Al despedirme de mi mujer y verla arrancar el coche, descubrí horrorizado que el otro extremo de la cuerda estaba atado al parachoques del vehículo. Intenté gritar pero todo ocurrió a tanta velocidad que apenas tuve tiempo ni de gritar, los siguientes minutos, mejor no recordarlos porque fueron angustiosos.
Fui consciente de un gran tirón, después de la caída del tejado, del golpe contra la valla y de lo áspero que estaba el asfalto cuando mi cara lo recorrió; fueron seiscientos metros infernales hasta que se rompió la cuerda.
Nadie fue testigo de la espectacular caída, tan sólo un vecino me encontró pasados unos minutos (que me parecieron horas), tirado allí en el suelo, con el cuerpo magullado y lanzando gritos de dolor. Fue él quien me trasladó hasta el hospital. Mi mujer se enteró del accidente cuando la localizaron en el móvil mientras hacía sus compras.
Fue un accidente horrible que, con sólo recordarlo, consigue que me duelan todos los huesos.
Esta noticia se data allá por la década de 1960. Seguramente por entonces ocurrió algún suceso muy similar y la historia original se fue transformando con el paso del tiempo. También han variado los personajes: un antenista o un vecino arreglando la chimenea; y las situaciones: cambiando las tejas, dando una mano de pintura.. Está situada en Estados Unidos, donde las casas suelen ser construcciones individuales con jardín y chimenea, aunque también se podría situar en cualquier urbanización de casas bajas.
Esta leyenda urbana transmite una pequeña moraleja: hay que tener mucho cuidado con a quién se pide cada cosa y en cada cosa que se hace.
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