Erase una vez una hechicera, encargada de controlar que el mundo funcione con paz y sin lamentos. Un buen día, como tantos otros cuando recorría el planeta, vio a lo lejos a una doncella y su familia que causaban dolor y sufrimiento a las personas que los rodeaban. Con paciencia, pero de forma severa, la hechicera se le acercó a la joven para hacer un trato; ella y su parentela debían dejar de causar dolor a su alrededor y así encontrarían la felicidad.
Érase una vez una hechicera, encargada de controlar que el mundo funcione con paz y sin lamentos. Un buen día, como tantos otros cuando recorría el planeta, vio a lo lejos a una doncella y su familia que causaban dolor y sufrimiento a las personas que los rodeaban. Con paciencia, pero de forma severa, la hechicera se le acercó a la joven para hacer un trato; ella y su parentela debían dejar de causar dolor a su alrededor y así encontrarían la felicidad.
Por una temporada cambiaron y la joven conoció a un hombre con el que deseaba compartir el resto de su vida. Pero con el tiempo su actitud se fue tornando oscura y maliciosa una vez más. Al ver tal afrenta la hechicera decidió esperar y dejarla por un tiempo en paz, con su ilusión de felicidad, hasta que el momento de saldar cuentas sea el adecuado.
La hechicera no tuvo que esperar demasiado, dado que la joven había decidido casarse. El día de la boda llegó y a la celebración la hechicera ataviada con sus mejores galas. Al verla todos se sorprendieron y esperaron a que la poderosa mujer de su bendición a los novios. Pero la hechicera no tenía intenciones de consagrarlos sino de cobrar su parte del trato y quitarle a la joven y a su familia la felicidad que se les había otorgado por tanto tiempo.
La doncella al ver a la hechicera, montó en cólera e intentó que sus hermanos la sacaran del recinto, pero sus poderes eran tan grandes que sus intentos fueron en vano. La hechicera con una risa malévola empezó a embrujar a los presentes, mientras que con un poderoso maleficio ató a la doncella a un pilar, mientras le decía al oído: -Ahora pagarás tus culpas y verás a los seres que amas morir de forma lenta y dolorosa-
La matanza comenzó, primero fueron cayendo los parientes lejanos de los novios, que se iban aniquilando unos a otros, con sus potentes espadas se asesinaban entre si, mientras la novia gritaba que por favor se detengan, pero al parecer nadie la escuchaba. Había llegado la hora de ver morir a la familia del novio; el padre empezó a estrangular a la madre y entre hermanos fueron ahogándose unos a otros en la hermosa pileta decorada con velas para los novios.
Era el momento de culminar el maleficio, en el recinto solo quedaban los dos hermanos de la novia, sus padres y el futuro esposo. Primero el padre, por ser el más débil de todos y jamás haber parado las fechorías de su familia, caminó como un ser poseído hasta el peñasco y sin decir una palabra simplemente saltó, sin escuchar las súplicas de su hija que le pedía que se detengan.
Los dos hermanos se mataron entre sí, con sus propias manos fueron arrancando a tirones la piel del otro mientras se comían uno a uno, sin quejas ni lamentos siguieron por horas hasta que las fuerzas se les acabaron y solo quedaban unos cuantos huesos y piel sobre el suelo.
El novio, que a la final solo era una herramienta más para hacer sufrir a la doncella, tuvo una muerte rápida y sin dolor. En la sala sólo quedaban la madre y la novia, la primera se cortó a si misma la lengua mientras la sangre caía a borbotones por su boca, se acercó a su hija e intentó decirle algo pero no lo logró, la doncella lloraba rogando a la hechicera que paré con esa matanza, pero ella no iba a hacerlo, disfrutaba ver como aquellas personas que tanto daño había causado morían. Aquella mujer que andaba sin lengua intentó desesperadamente morir, pero la hechicera no se lo permitiría, era la hora de cortarle las manos y dejarla desangrarse, sobre su sangre y la de sus hijos.
Era la hora de la novia, la hechicera le arrancó el corazón de un solo golpe y la dejó así caminando por el mundo sin poder jamás volver a amar ni que nadie la ame.
Excelente, personalmente debo decir que me encanta el relato, mágico y además tenebroso. Felicitaciones por contarnos este cuento fantástico.
ResponderEliminar