Muchas fortalezas se han construido a lo largo de la historia humana, siempre con propósitos defensivos y simbolizando el poder; sin embargo, algunas, además, nos hablan de pasiones e historias de amor: el Castillo de la Real Fuerza de La Habana se cuenta entre ellas.
Muchas fortalezas se han construido a lo largo de la historia humana, siempre con propósitos defensivos y simbolizando el poder; sin embargo, algunas, además, nos hablan de pasiones e historias de amor: el Castillo de la Real Fuerza de La Habana (Cuba) se cuenta entre ellas.
Quienes visitan por vez primera esta ciudad pueden sentirse trasladados en el tiempo si de pronto se topan, en la entrada de la bahía habanera, con una gran fortaleza colonial, cuya arquitectura permanece intacta a pesar de las centurias. Si atraviesan entonces el puente levadizo, podrán escuchar a través de la brisa marina como voces antiguas de soldados y caballeros españoles.
La fortaleza fue mandada a construir por el rey Carlos I en la primera mitad del siglo XVI para proteger la ciudad y para dar cabida y reparo a sus navíos. Sus altos e inexpugnables muros de piedra, que el sol curte a diario, parecen conversar con el cielo, el mar y el propio paisaje que los rodea, recordándonos la perseverancia y tenacidad del espíritu humano.
Al elevar la vista, una simpática torrecilla coronada por una no menos artística escultura será la responsable de cautivar toda nuestra imaginación: es la así llamada Giraldilla. Tras esta figura, que altiva se yergue en la atalaya del castillo, se oculta una hermosa leyenda que se ha trasmitido en el tiempo.
Sobre el año 1538 tomó posesión de la Isla de Cuba el Capitán General Hernando de Soto, quien tenía una joven esposa, llamada Isabel de Bobadilla. Hubo de partir el hombre hacia la Florida (Estados Unidos) por encargo de su soberano, razón por la cual dejó como gobernadora a la bella mujer.
Durante su travesía por las tierras de la Florida, Hernando de Soto muere de unas fiebres mortales. Isabel, quien amaba profundamente a su marido, subía cada tarde a la atalaya de la fortaleza, intentando divisar los navíos que traían de vuelta a su amado. Cuenta la leyenda que la joven terminó por morir de amor y tristeza.
Años después, el artífice Gerónimo Martín Pinzón realizó una escultura inspirada en esta dama como símbolo del amor conyugal, obra que luego fuera fundida en bronce, colocada como veleta del Castillo y denominada La Giraldilla.
Y desde entonces el Castillo de la Real Fuerza de La Habana parece otear el horizonte incesantemente a través de una admirable figura que reafirma por siempre la esperanza y el amor.
No olvide descargar Misteriosa Realidad gratis desde Apple Store y Google Play
El amor para no ser quebrado requiere grandes "fortificaciones" de paciencia, en este caso hay fortificación real y amor paciente de manera eterna!
ResponderEliminarEl mar susurra historias de amor desde la Habana!
Estupenda entrada Alex!
Un abrazo!