- Señor todo está listo para iniciar el experimento, las imágenes han sido colocadas de forma correcta como usted ordenó, y los objetos de prueba han sido dados de alta de los hospitales. - ¿Con cuántos "conejillos de indias" contamos?
— Señor todo está listo para iniciar el experimento, las imágenes han sido colocadas de forma correcta como usted ordenó, y los objetos de prueba han sido dados de alta de los hospitales.
— ¿Con cuántos "conejillos de indias" contamos?
— Con un centenar, señor. Que se encuentran ubicados en 50 ciudades del país y 20 más en el extranjero. Nuestras personas de contacto in situ los han vigilado desde que salieron del hospital y los están siguiendo sigilosamente y a buen resguardo para observar la evolución del experimento. Está todo preparado.
A buen resguardo en su enorme mansión se encuentra sentado frente a los monitores de televisión un hombre extravagante, de avanzada edad, con esa mirada silente que hace temblar a cualquier persona, en su mente durante mucho tiempo se ha fraguado un siniestro plan, que hoy se pondrá en marcha. Una leve sonrisa se dibuja en su rostro mientras la hora cero se va acercando.
Es momento de que el show de comienzo, y no quiere perder ni un solo detalle, tantos años de trabajo por fin darán sus frutos. Caos es lo que quiere, destrucción y matanza, el antiguo reloj de pared repica diez veces. Es la hora.
Aproximadamente cinco minutos después un centenar de personas se lanzan a las calles de diferentes ciudades, no interesa cómo van vestidos solo tienen el impulso de causar daño a cualquier persona que se atraviesa por su camino.
En una de las pantallas de televisión se ve a un hombre que sale de casa con la pijama llena de sangre, lleva en su mano derecho un cuchillo de cocina y en la izquierda una pistola, una mujer que lo mira desde la vereda de enfrente no tiene oportunidad de gritar, el individuo se avanza sobre ella y le encaja como mínimo 10 cuchilladas para luego sin más pegarle un tiro en la cabeza. En otra pantalla se ve a una anciana que muele a golpes a un transeúnte con su bastón.
La fuerza y la brutalidad de los crímenes no tienen sentido, cada monitor se llena de escenas violentas y de muerte, el viejo científico se regocija de su obra, sabe que fue él pero nadie podrá jamás culparlo, es lo que siempre había querido, generar caos sin sentido, teñir las calles de sangre.
— Señor el plan no ha podido resultar mejor — Le dice su discípulo a voz en cuello, las llamadas de sus compinches no tardan en llegar, la algarabía es general, dentro de aquel círculo de poder y mal. Se ha completado el experimento.
Dos horas han transcurrido desde que iniciaron los ataques, algunos fueron capturados por la policía después de haber matado a docenas de personas, otros reaccionan y no entienden qué pasó y porqué sus ropas están manchadas de sangre y porqué la muerte se encuentra a su alrededor. Las campanadas del reloj repican doce veces, ha terminado, en una semana más volverán a activar nuevamente la señal de violencia en los cerebros de esos pobres seres humanos que ahora son solo el experimento de un viejo sicótico.
Verónica Terán
@VeronikTeranV
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