Cada sitio del mundo tiene su propio origen y con el correr del tiempo se van tejiendo más y más historias que finalmente resultan misteriosas para todos. Tal es el caso del Túnel de los Gritos, un lugar en el que, a juzgar por las leyendas, cuando encendemos una cerilla escuchamos un grito espeluznante y creemos sentir una ráfaga de aire gélido en derredor, quizás señal de alguna presencia indescifrable.
Cada sitio del mundo tiene su propio origen y con el correr del tiempo se van tejiendo más y más historias que finalmente resultan misteriosas para todos. Tal es el caso del Túnel de los Gritos, un lugar en el que, a juzgar por las leyendas, cuando encendemos una cerilla escuchamos un grito espeluznante y creemos sentir una ráfaga de aire gélido en derredor, quizás señal de alguna presencia indescifrable.
Se trata de un pequeño túnel, ubicado en las inmediaciones de las cataratas del Niágara, que a lo largo de los años los lugareños han dado en llamar Screaming Tunnel (Túnel de los Gritos, en inglés), y que hace las veces de paso peatonal bajo la línea ferroviaria que une las ciudades de Toronto y Nueva York (Estados Unidos).
La característica más sobresaliente de este lugar es que es angosto y sombrío, y aunque afuera brille un hermoso sol, adentro puede sentirse un extraño frío y la niebla se extiende a lo largo del tramo. Si observamos sus paredes podemos distinguir que están hechas de gruesas piedras que el tiempo ha ido erosionando. La altura del sitio ronda los 5 metros y su longitud alcanza los 30.
Hace siglo y medio atrás, en la parte trasera de este túnel se levantaba una granja habitada por una familia. Un aciago día se produjo un incendio que arrasó con todo lo que allí había, obligando a sus habitantes a salir huyendo. Entre ellos se encontraba una pequeña niña quien corrió desesperada hacia el túnel de marras.
Pero lamentablemente el fuego ya había alcanzado también este paso y la niña fue consumida por las llamas. La imaginación popular dio alas a distintos relatos, incluyendo que la pequeña fue violada en el interior del túnel o que un padre enloquecido fue el autor del incendio.
En cualquiera de los casos, lo cierto es que con esa propiedad que tiene el tiempo de distorsionar los sucesos, en la actualidad los habitantes de la zona asocian las extrañas sensaciones que ocasiona estar dentro del lugar con la muerte de aquella niña.
No me cabe duda de que penetrar en el Túnel de los Gritos y encender una cerilla debe ser una experiencia escalofriante, algo que puede hacernos afirmar que existe en nuestro mundo un lugar donde la luz convoca a la oscuridad.
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Gran entrada y más para la curiosidad humana qué con sólo decirnos lo de la cerilla, todos buscando una!
ResponderEliminarUn abrazo!