Mucho antes de que los celtas dominaran toda la región occidental europea, seres humanos del Neolítico comenzaron a levantar megalitos, esto es, grandes monumentos de piedra, cuyas funciones aún no son entendidas del todo. En el municipio de Essé, Francia, se yergue uno de ellos. Es el mayor dolmen conocido de ese país y su ambiente de magia y encantamiento le ha granjeado el nombre de Roca de las Hadas.
Mucho antes de que los celtas dominaran toda la región occidental europea, seres humanos del Neolítico comenzaron a levantar megalitos, esto es, grandes monumentos de piedra, cuyas funciones aún no son entendidas del todo. En el municipio de Essé, Francia, se yergue uno de ellos. Es el mayor dolmen conocido de ese país y su ambiente de magia y encantamiento le ha granjeado el nombre de Roca de las Hadas.
El mayor enigma de esta construcción reside en que las canteras donde supuestamente debe haber sido extraído el material utilizado se encuentran en el bosque, a cuatro kilómetros aproximadamente, una distancia sin dudas enorme cuando de cargar con piedras tan grandes se trata. Todo ello generó en la imaginación popular la idea de que las piezas fueron transportadas nada más y nada menos que… ¡por Viviana y sus hadas!
Su tamaño alcanza casi los 20 metros de largo y los 4 de alto, y en su interior pueden observarse los efectos lumínicos que el sol produce durante el solsticio de invierno. Tanto este fenómeno como la presencia de cerámica antigua han hecho pensar a los arqueólogos que el lugar era una especie de santuario.
Pero quizás sea la belleza del lugar y el ambiente de paz que allí se respira lo que ha dado pie, con el correr del tiempo, a la leyenda de los enamorados de la Roca de las Hadas, una superstición que muchas personas respetan, ya por tradición, ya por fe en las cuestiones fantásticas.
Se dice que si, al rodear este mágico sitio ―uno en cada lado del megalito― y caminar en dirección contraria contando las piedras, una pareja encuentra coincidencia en el número, ello significa que la relación durará por muchos años. En cambio, si la cifra difiere, la relación será efímera.
Probablemente los seres humanos construyeron este impresionante dolmen que luego sirviera de inspiración a canciones y leyendas, alimentando el espíritu humano a través de los siglos. En cualquier caso, es alentador llegarse a Essé una hermosa mañana de primavera tras los pasos de las hadas y encontrar que el encantamiento de otras épocas todavía habita allí.
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Está fantástico, este fin de semama voy para Rennes, en la Bretaña e intentaré pasar por ahí y hacer alguna foto, conocerlo personalmente. ¡Me encantó leerte antes de ponerme a viajar para allá! ¡muchas gracias!
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