Las abejas se van acercando a su cuerpo, es como si aquella persona en vez de tener sangre en las venas le correría néctar. No sabe realmente cuando empezó esta situación, un día simplemente sintió que poco a poco esos insectos se le iban acercando. No con la intención de picarle si no de alimentarse de él, porque no le dejan marcas, en una especie de simbiosis la que han creado.
Las abejas se van acercando a su cuerpo, es como si aquella persona en vez de tener sangre en las venas le correría néctar. No sabe realmente cuando empezó esta situación, un día simplemente sintió que poco a poco esos insectos se le iban acercando. No con la intención de picarle si no de alimentarse de él, porque no le dejan marcas, en una especie de simbiosis la que han creado.
Esta situación comenzó hace dos mes, a aquella persona se la veía en un inicio caminar por las calles con algunas pocas abejas rondándolo, ahora son cientos, ya ni siquiera puede salir de su casa. El repartidor, que le va a dejar víveres, dice que desde hace cuatro días que no puede entrar en la casa y que desde afuera se puede escuchar el zumbido de las abejas.
Los vecinos opinan estar aterrados que esos insectos los piquen o a sus hijos, algunos comentan que fueron a hablar con el hombre de las abejas, como lo han apodado, pero que no atiende la puerta y que cada día se puede divisar a más y más insectos que entran a la casa por cualquier rendija por la que puedan colarse.
La casa se ha convertido en un enorme panal, y el extraño ser es ahora el portador de miles de abejas que habitan con él y sobre él. Una vecina dice que un día lo vio salir de la casa, y que de un ser humano solo le quedaban los ojos, la nariz y la boca, el resto estaba cubierto por abejas, y según aquella mujer al sujeto le había crecido un enorme aguijón, cosas que dice la gente, pero que no tienen mayor lógica.
La verdad es que decidí ir a verlo con mis propios ojos, constatar qué tanto había de cierto o falso en los rumores. Y la escena con la que me encontré no fue de las cosas más hermosas que he visto en mi vida. Aquella casa estaba llena de abejas, atravesar por ella fue como meterse en un campo minado, por suerte llevaba conmigo uno de esos trajes especiales. Después de encontrar la puerta lo vi a aquel ser en medio de la habitación disponiendo y ordenando la labor de las abejas, se había convertido en su reina. De humano no le quedaba nada, todo en él era una mutación de hombre a insecto. No pude más salí corriendo mientras aquel ser siniestro ordenaba a sus soldados que atacaran. No sé cómo logré sobrevivir, solo sé que no quiero volver a ver una abeja jamás.
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