Una de las leyendas urbanas más comunes a todos los pueblos mesoamericanos es la del cadejo, una especie de perro fantasmagórico que se le aparece a las personas en distintas situaciones. La mitología los distingue como dos tipos de canes enormes de ojos rojos: blanco para representar el bien y negro en el caso de la maldad.
Una de las leyendas urbanas más comunes a todos los pueblos mesoamericanos es la del Cadejo, una especie de perro fantasmagórico que se le aparece a las personas en distintas situaciones. La mitología los distingue como dos tipos de canes enormes de ojos rojos: blanco para representar el bien y negro en el caso de la maldad.
El Cadejo acompaña a personas en estado de embriaguez o cuando deambulan por las calles a altas horas de la noche, especialmente para protegerlos. En el caso de personas de baja catadura, el Cadejo negro puede llegar a agredirlas, lo que indica que en el imaginario popular esta leyenda urbana tiene un sentido moralizante.
Ambos canes, blanco y negro, pueden encontrarse en situaciones muy específicas, a raíz de lo cual se entablan batallas desgarradoras que resultan en el abatimiento del siniestro, si bien este nunca muere pues las dos fuerzas contrarias representan el equilibrio del universo.
Sin embargo, es este un evento poco probable dado que cada perro se relaciona con personas de distinta calidad humana, el Cadejo blanco con los de buen corazón y el negro con los facinerosos.
Como es natural, el Cadejo es una figura mítica surgida del sincretismo cultural de nuestros pueblos latinoamericanos. Su origen puede rastrearse primeramente en las leyendas precolombinas sobre los nahuales, espíritus en forma de animales que protegían a los seres humanos. A ello se le suman las creencias indígenas sobre perros que servían de compañeros de los muertos en su viaje final hacia el inframundo.
Con la llegada de los españoles y otros europeos, se inyectan las tradiciones con nuevos mitos, entre los que se encuentran el de los licántropos u hombres-lobos, los perros gigantes de las mitologías célticas y nórdicas, o los canes cerberos griegos. Pero, sobre todo, se añade la concepción cristiana del bien y el mal, así como sus figuras aladas, los ángeles, protectores de las almas humanas.
Aunque existen peculiaridades en los distintos países del centro y el sur americano, lo cierto es que en todos ellos el Cadejo resulta una leyenda urbana muy compleja, con gran raigambre en la imaginación popular, que simboliza la lucha eterna entre la bondad y la maldad.
No me caben dudas de que a mí, en momentos difíciles, me acompaña siempre un gran Cadejo blanco. ¿Y a ustedes cuál será?
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