En algunos pueblos de Latinoamérica existe una leyenda urbana que, por su crudeza, sobrecoge a todos. Se trata de la leyenda de La Descarnada, una aparentemente bella mujer que se le aparece a los hombres para seducirlos con voz y movimientos sensuales, pero que finalmente termina por convertirse en un espectro en estado de descomposición.
En algunos pueblos de Latinoamérica existe una leyenda urbana que, por su crudeza, sobrecoge a todos. Se trata de la leyenda de La Descarnada, una aparentemente bella mujer que se le aparece a los hombres para seducirlos con voz y movimientos sensuales, pero que finalmente termina por convertirse en un espectro en estado de descomposición.
En algunos lugares como El Salvador se cuenta que La Descarnada se le aparece a los hombres en la carretera simulando hacer autostop. Como siempre alega que viaja a un pueblo cercano y lo hace con tono atractivo, los hombres quedan fascinados y aceptan llevarla consigo, sin sospechar que es una poderosa y malévola hechicera.
Una vez dentro, los acaricia y les habla con sensualidad. Estos, ya hechizados, se horrorizan al ver cómo de súbito la hermosa mujer comienza a transformarse en un ser putrefacto, cuya piel se va cayendo a tirones para mostrar debajo el esqueleto, y que deja a los hombres en un profundo estado de shock.
Pero la historia de La Descarnada se remonta a la época de los aztecas, quienes creían que se trataba del espíritu de una mujer que en vida no pudo tener hijos. Al ser la infertilidad un evento muy mal visto por este pueblo, la pobre sufría mucho y pedía a los dioses su auxilio. Mucho tiempo después, el marido se fue a la guerra y, justo cuando este acababa de partir, la mujer se da cuenta de que ha quedado embarazada. Sale pues tras él dispuesta a revelarle la buena nueva.
Mas he aquí que las esposas del pueblo, ignorando este suceso y seguras de que una mujer que no puede dar hijos es una señal de calamidad para la ciudad, han salido a por ella y comienzan a lanzarle piedras de repulsión. Como resultado, la mujer pierde la criatura.
Desesperada, ruega a los dioses por venganza y estos le conceden el poder de arrancarse la piel y con ello, la capacidad de aterrorizar a la gente. Pero su propio esposo, al regresar, decide echarle sal y la mujer agoniza entre gritos de horror.
Desde entonces se cree que cuando una mujer da a luz se pueden escuchar, paralelos a los gritos de la parturienta, inquietantes alaridos de envidia provenientes de La Descarnada, lamentándose por los hijos que nunca pudo tener.
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