Las distintas religiones siempre han sido pródigas en levantar monumentos y edificaciones para gloria propia. En Camboya (país cuyo nombre oficial es Reino de Camboya, ubicado en el sudeste asiático) se erige, majestuoso, el templo de Angkor Wat, una de las mayores edificaciones religiosas de todos los tiempos y, además, un tesoro arqueológico de incalculables magnitudes.
Las distintas religiones siempre han sido pródigas en levantar monumentos y edificaciones para gloria propia.
En Camboya (país cuyo nombre oficial es Reino de Camboya, ubicado en el sudeste asiático) se erige, majestuoso, el templo de Angkor Wat, una de las mayores edificaciones religiosas de todos los tiempos y, además, un tesoro arqueológico de incalculables magnitudes.
De tipología marcadamente hinduista, el templo de Angkor Wat estuvo dedicado, de inicio, al dios Vishnú, una deidad mencionada, incluso, en el Rig-veda, el texto indio más antiguo que se conoce. Vishnú es creador, preservador y destructor del universo, según la referencia.
Existe un mito relacionado con el naturalista francés Henri Mouhot quien, se dice, cazaba mariposas e insectos cuando se encontró, accidentalmente, con el tempo de Angkor Wat. Eso fue en el siglo XIX.
Sin embargo, ahora se sabe que el lugar nunca fue abandonado del todo y la primera referencia documentada de una visita al templo se remonta al año 1586.
Uno de los detalles arquitectónicos más significativos del templo de Angkor Wat son sus empinadísimas y aterradoras escaleras, de casi un 70 por ciento de inclinación.
El visitante que intente trepar por sus difíciles escalones no podrá hacerlo totalmente de pie, como en las escaleras convencionales. No hay que tener vergüenza al inclinarse, tocar los escalones con las manos, apoyar las rodillas en el suelo e, incluso, ser halado por cuerdas de escalar.
¿Cuál es la razón de unas escaleras así? Como todo en el templo de Angkor Wat, el motivo es estrictamente religioso. Las escaleras fueron diseñadas para ilustrar que la divinidad y el paraíso son difíciles de alcanzar. Para llegar al cielo hay que esforzarse, incluso sufrir, es un camino de obstáculos y espinas, no un trayecto sencillo.
Solo que en el caso de las aterradoras escaleras de Angkor Wat no es únicamente el cielo el que resulta difícil alcanzar. Si uno escala un poco, ya a mitad de camino resulta casi imposible saber qué es lo más sencillo, si subir o bajar.
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