Justo en las faldas del Moncayo —una montaña de más de dos mil metros de altura y una de las más relevantes de la península ibérica— se encuentra el sanatorio antituberculoso de Agramonte. Se empezó a construir en Zaragoza, España, en los años 20 del siglo pasado. La guerra civil española hizo que la edificación —pensada en un principio para familias de altos recursos— quedara vacía.
Justo en las faldas del Moncayo —una montaña de más de dos mil metros de altura y una de las más relevantes de la península ibérica— se encuentra el tenebroso y abandonado sanatorio antituberculoso de Agramonte.
Se empezó a construir en Zaragoza, España, en los años 20 del siglo pasado. La guerra civil española hizo que la edificación —pensada en un principio para familias de altos recursos— quedara vacía.
El lugar incluye varios talleres, una capilla y hasta un cementerio pequeño, donde eran enterrados los pacientes tuberculosos que morían víctimas de la enfermedad.
Luego el sanatorio volvió a funcionar como tal, hasta finales de la década del 70. Desde entonces sus instalaciones están vacías.
El silencio de los edificios abandonados y la vegetación circundante, que ha crecido sin freno, otorgan al sanatorio de Agramonte un aire de misterio y terror, pero también de belleza.
Como es lógico en este tipo de lugares abandonados, miles de historias paranormales se tejen alrededor de las vacías habitaciones del sanatorio.
En aquellas primeras décadas del siglo XX se creía que el aire puro influía en la mejoría de los tuberculosos. En España proliferaron estos sanatorios, apartados de los grandes núcleos urbanos y de las grandes vías de comunicación.
Hoy, el sanatorio de Agramonte muestra las huellas del más despiadado vandalismo. Cristales y ventanas rotas, extensos grafitis y restos de expediciones de curiosos modifican la sobriedad de la instalación.
Como otros edificios de este mismo tipo, el de Agramonte proyecta una densa sombra de soledad.
Desde los años 80 decenas de personas acudían al antiguo sanatorio en persecución de probables fantasmas o para grabar psicofonías.
Algunos han escuchado sonidos de puertas que parecen abrir y cerrarse —sin que los micrófonos registren el evento— y se reportan algunos avistamientos de fantasmas de mujeres y hombres —probablemente antiguos pacientes fallecidos en el sanatorio zaragozano.
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