Huitzilopochtli es la deidad a la que los Aztecas le rendían culto. Su nombre significa colibrí zurdo y alrededor de él se tejen muchas leyendas sobre su misterioso origen, aquí un recuento.
Huitzilopochtli es la deidad a la que los Aztecas le rendían culto. Su nombre significa colibrí zurdo y alrededor de él se tejen muchas leyendas sobre su misterioso origen, aquí un recuento.
Se le conoce como el Dios del Sol y de la guerra.
Es el responsable de dirigir a los Aztecas en la cruzada que los llevaría a fundar la tierra de Tenochtitlán.
Fue temido por sus enemigos por ser cruel y sanguinario.
Con el fin de proteger al imperio Azteca realizaba rituales con sacrificios humanos, cuyas víctimas normalmente eran prisioneros capturados en las batallas, a los cuales se les llevaba al templo mayor en Tenochtitlán y se les arrancaba el corazón como una ofrenda a los astros para acrecentar el poderío de Huitzilopochtli el Dios del Sol.
Se cree que la fuerza de estos rituales y la de los espíritus de los guerreros muertos lo acompañaban siempre y que las almas de las mujeres muertas en el parto se convertían en colibríes para seguirlo en cualquier rumbo que él tomase.
El mito de su origen es de carácter divino. Se dice que su madre Coatlicue (la madre tierra) realizando sus labores vio caer una bola de plumas del cielo, colocó una en su regazo y fue fecundada por una divinidad. Sus 400 hijos guerreros al descubrir su embarazo se sintieron deshonrados y guiados por su hermana Coyolxauhqui decidieron asesinarla a ella y al hijo para así resarcir su honra.
Al llegar el momento de nacimiento Huitzilopochtli se puso su armadura, tomó a Xiuhcóatl la serpiente de fuego y con esta mítica arma derrotó fácilmente a Coyolxauhqui, cuyo cuerpo cercenado cayó por la montaña de Coatépec.
Luego tomó su cabeza y la arrojo al cielo. Convirtiéndose ella en la Luna y por ende él en el Sol. Se cree que en parte, es por esto que Huitzilopochtli tenía la necesidad de realizar los rituales con sacrificios, como una forma de prevalecer y ganar ante la batalla que siempre libraba con su hermana Coyolxauhqui la Diosa Luna.
Los 400 guerreros no tuvieron mejor suerte y a casi todos los aniquiló, fueron muy pocos los que lograron escapar de la matanza; pues por más feroces que estos fueran no podían rivalizar con la grandiosidad del Dios hecho hombre.
Aunque su leyenda termina con la caída del imperio Azteca, dejando atrás toda su tradición, aun es cautivante el misterio de Huitzilopochtli.
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