Aniquilar a los E-Book

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Un decepcionante día lunes nueve de abril de 2012 sucedió algo que quedaría marcado para siempre en la vida de los e-book.




Un decepcionante día lunes nueve de abril de 2012 había tenido Eusebio Brasca, comerciante de 50 años, casado y padre de dos hijos, dueño de la Librería "El Menor Precio". Era la primera vez que no había vendido ni un solo libro en toda la jornada.

Hacía bastante tiempo que la caída en las ventas venía con un marcado descenso, causada fundamentalmente, por las variadas ofertas de Internet, que permitían descargar toda clase de libros a poco costo y hasta gratuitamente.

Pero la debacle se acentuó con la aparición de las lectoras llamadas "e-book", que permitían guardar en archivo los textos de unos 500 libros. 

Esa noche, abatido y angustiado, decidió que a partir de la mañana del venidero día, se contactaría con otros colegas del ramo, para confirmar si ellos también sufrían esta desesperante situación y que en caso afirmativo, encarar alguna clase de remedio. 

Tras ello, se concentró en hallar una solución para exponerla en una reunión con sus colegas y pensando, meditando y analizando, se le ocurrió un plan, mejor dicho, un perverso proyecto.

Tal cual lo había resuelto, en la mañana del día siguiente, no bien ingresó a su propio local , Eusebio Brasca se dedicó a llamar por teléfono a varios de sus conocidos comerciantes libreros.

Al enterarse de que ellos también estaban en una similar y casi peor situación, les propuso reunirse en su propio local de venta, al cierre de las actividades de ese mismo día.

De los ocho llamados que hizo, había logrado la comparencia de solo tres. Estos eran Artemio Allende, de 46 años, titular de la librería "El asterisco", Iñaki Aragón, 54 años, de la Librería "Sin Taxis" y Benjamín Lerner, de 58 años, de la librería "La Estrella".

Por supuesto que, por ser todos ellos comerciantes del mismo ramo y llevar muchos años en dicha actividad, los cuatro se conocían desde hacía bastante tiempo.

Puntuales con la cita, a las 20:30 horas del miércoles 11 de abril, los mencionados convocados, estaban en el salón de ventas de la librería de Eusebio Brasca, cerrado desde una hora antes.

Luego de que cada uno de ellos expresó sus quejas por las casi nulas ventas de libros, Eusebio lanzó la gran pregunta.

-- ¡Bueno, basta!... Con lamentaciones no solucionamos nada. ¿Alguno de ustedes tiene idea de lo que se puede hacer para eliminar o al menos morigerar a esta ingrata y maldita competencia?.

Los tres interrogados se miraron entre sí y seguidamente pronunciaron un contundente no, siendo Iñaki Aragón quien consultó de inmediato.

--Mirá Eusebio, yo, y estimo que ellos también, pensé que vos ya tenías una propuesta para hacernos... ¿La hay?. 

--Sí, hace tiempo que la venía masticando y creo que no existe otra solución. Ustedes habrán notado que últimamente no te compran ni siquiera las ofertas de 3 libros por $10.- Yo lo único que estoy vendiendo es papelería o lapicitos de colores y por otro lado, no podemos evitar que la gente adquiera y se ponga a leer los libros en esos "e-books" o a descargarlos de Internet. 

--¡Eso ya lo sabemos y lo padecemos Eusebio!. No perdamos tiempo y decinos cual es la idea – requirió Benjamín Lerner.

--Se los digo pero no lo tomen como una joda, esto va en serio. El plan es contratar a un "Hacker", para que instale un virus en los programas que permiten leer y/o descargar libros.

--¿¡Un hacker!? –exclamó Artemio Allende entre sorprendido y desilusionado, adelantándose a los otros dos libreros que en sus rostros se reflejaba la misma sensación.

--Decime Eusebio... ¿Vos estás seguro que un "hacker" puede hacerlo? -inquirió Benjamín.

--Aunque pueda hacerlo, de qué nos sirve que meta un virus en Internet si la gente está comprando esas tremendas "e-books" o "e-reader" o "Kindle" -acotó Artemio.

--Bueno, primero debo aclarar que no estoy seguro de nada, hasta que no hable con el "hacker", para saber si es factible y de serlo, consultarle que costo trae aparejado. Tengo un amigo que conoce a uno y si ustedes están de acuerdo, hablo con él. En cuanto a tu inquietud, Artemio, si logramos que el "hacker" infecte a los libros de esos sitios de Internet, eliminamos una de las feroces competencias, porque en cuanto se corra la voz de que los libros que descargan viene con la compañía de un virus, dejarán de bajarlos –expresó Eusebio.

--Acepto lo que dijiste y ya que vas a hablar con un "hacker", preguntale que se puede hacer con esos "e-books" y también cuanto dinero nos cobrará, no sea cosa que nos pida una barbaridad –dijo Benjamín.

--Desde luego Benjamín, no solo eso, le consultaré de todo lo que se me ocurra incluido el precio que, de ser accesible, tendremos que aportarlo los cuatro. Claro que antes, debo lograr que mi amigo me lo presente o me consiga una cita con él.

--¡Pará Eusebio!. Si es posible hacer eso, habría que convocar a otros libreros para que colaboren, cuantos más sean, mejor, ya que ellos también se verán beneficiados con este asunto... ¿No les parece? –propuso Benjamín. 

--Sí, Benjamín tiene razón... ¡No es posible que los demás se beneficien sin poner un peso! –profirió Artemio. 

 --Yo opino igual y más si el costo es gordo –dijo Iñaki. 

--Miren muchachos... Después de que me informe bien de todo esto, lo charlaremos en otra reunión, pero tengan en cuenta que hay cientos de librerías en la ciudad y no es conveniente demorar en demasía este plan. Además, muchos de ellos pueden negarse a colaborar. De todos modos, creo que podremos agregar a algunos más, pero será después de que tenga toda la información para llegar a un acuerdo general. Si no hay más preguntas levantamos la sesión y los llamaré cuando tenga novedades. Entretanto, vayan consiguiendo adherentes. ¡Ah!... Quiero recalcarles que es conveniente que este proyecto no sea dado a conocer a gente que no está en nuestro oficio. Esto también díganselo a los que acepten participar.

Varios días le demandó a Eusebio Brasca, conseguir por medio de su amigo, entrevistarse con el "Hacker",dentro de los cuales, recibió llamados de sus tres colegas aliados, recabando novedades. 

Finalmente y luego de haber sido asesorado por el experto "hacker", que solo se identificó con el mote de "Kiko", Eusebio Brasca fijó el día lunes 16 de abril para una nueva reunión en su local, a la misma hora que la anterior. 

A medida que iban llegando, la conversación se basó acerca de las ventas de libros y que al decir de todos, seguían siendo muy escasas y siempre con tendencia a la baja. 

 --¡No hablemos más de esto!. Ya estamos en el tobogán y no será nada fácil detener el descenso. Dale Eusebio, contanos como te fue con el "hacker", sin omitir nada –requirió Benjamín. 

--¡Sí, vamos al grano! –apoyó Iñaki. 

--Primero les quiero comunicar que el "hacker", se hace llamar con el alias de "Kiko", quizás para ocultar su peligrosa actividad. Después de la presentación pasamos al tema del costo, durante el cual traté de regatearle al máximo, con la verdadera excusa de que estábamos próximo a la bancarrota. En definitiva, algo bajó él y algo subí yo y quedamos en los 10.000 dólares de los cuales, la mitad son para él y la otra para su compinche que está dentro de la empresa que maneja el sitio de Internet. Si les parece que podremos afrontar este gasto, les informaré de todo lo demás –expuso Eusebio.

--¿¡Diez mil dólares!?... A ver Eusebio, dejame hacer una cuenta –dijo Benjamín tomando un papel y un lápiz-. 10.000 por $ 4,30 igual a $ 43.000 dividido por 4 igual a $ 10.750 cada uno... ¿¡No, es mucha plata!? –exclamó Benjamín-. Hay que hacer lo que ya dije, o sea, convocar a otros libreros. Si llegamos a ser veinte nos saldría 500 dólares a cada uno, equivalentes a 2.150 pesos. Hasta ahí me prendo, más no. Al respecto, quiero agregar que ya tengo hablados a tres aportantes que aceptarían poner esta cantidad.

--Yo tampoco estoy en condiciones de regalar la guita, pero también acepto ponerme con esa cifra y agrego que yo conseguí a otros cuatro, que también estarían de acuerdo con estos valores –expresó Artemio.

--Por mi parte, doy la conformidad a lo expuesto y por ahora, solo conseguí a dos adherentes –dijo Iñaki.

--Bien, con otros tres que me aceptaron la propuesta, llegamos a once. Ahora solo es cuestión de que sigamos buscando hasta llegar a 20 como mínimo –resumió Eusebio.

--Bueno, todo esto es muy promisorio, pero yo quiero saber que es lo que va a hacer ese tal "Kiko" que valga diez mil dólares... Te escucho Eusebio –requirió Benjamín.

--Todavía no me dio información de lo que hará y como lo hará. Recién cuando le confirme que tenemos el dinero me lo explicará detalladamente.

--¿Qué arreglo es este?... ¿Si le das la guita y desaparece, que hacemos?...

¿Qué garantía tenemos de que cumplirá con lo concertado? –inquirió Artemio.

--¡Muy bien Artemio!... Es justo lo que le estaba por preguntar yo –dijo Benjamín.

--Y yo también, es justo lo que quería saber – acompañó Iñaki.

--No me escucharon o no me entendieron. Dije que me lo explicará cuando le confirme que estamos dispuesto a pagarle el dinero solicitado. Por supuesto que me pedirá una parte a cuenta y yo le pediré que me entregue su documento de identidad como garantía de cumplimiento o devolución del dinero si no logra hacer su tarea. Por otra parte y en su momento, mi común amigo, ya me había dado el número de teléfono y el domicilio de "Kiko".

--¡Ojo que puede ser un documento falso! –alertó Benjamín. 

 --Si de desconfianza se trata, él podría pensar que los dólares que le doy también son falsos -refutó Eusebio. 

 --Se da cuenta enseguida,... si hasta mi sobrino de 7 años nota la diferencia entre dólares legales y falsos. Estas cosas son las que me hacen dudar -acotó Iñaki. 

--Será porque el pibe te acompaña en tus viajes a España y vio o tuvo en sus manos los dólares de los pasajes –replicó Eusebio-. Si desconfiamos de todo no llegaremos a nada y por algo el refrán dice que el que no arriesga no gana. Volviendo a lo nuestro y para terminar esta charla, les pido que sigan buscando adherentes y que los citaré a todos, después de lo que surja en mi próximo encuentro con el "hacker".

Seguidamente, Eusebio dio por terminado el debate.

No pasaron muchos días para que lograran la cantidad de colaboradores que necesitaban, en realidad habían llegado a un total de 22 y que podían haber sido algunos más, si no fuera que decidieron no perder tiempo y avanzar en el plan lo antes posible.

Es así que el día lunes 23 de abril, se reunieron todos en la librería de Eusebio Brasca para ultimar detalles y efectuar, cada uno, el aporte del dinero que cubriría la mitad del convenio, vale decir la suma de 5.000 dólares.

En ese mismo acto, Eusebio les informó que al día siguiente por la tarde y previa confirmación con el "hacker Kiko", partiría con el dinero requerido, no solo para pagar lo convenido sino también para conocer el modo en que se realizaría la mentada infección y manifestando que de no producirse algún imprevisto, el día miércoles 25, en ese mismo lugar y horario, les daría un amplio informe a todos los que concurrieran.

Sin que hubiera ningún inconveniente, después de su entrevista con el "Hacker" y tal como lo había anunciado, Eusebio recibió en su local a 19 libreros aportantes, todos ansiosos y expectantes por conocer los pormenores del proyecto en marcha.

-¡Atención, escúchenme!... Estamos casi todos, solo faltaron dos que no pudieron venir por causas personales, según me dijo Artemio. Bien, ahora les informaré todo lo que se ha preparado. Cada uno de ustedes ya sabe desde el momento en que fue invitado a colaborar, que este proyecto tiene como fin, la introducción de un virus en Internet que contamine los libros disponibles para ser leídos y descargados y de este modo, aniquilar a una fundamental parte de la competencia. Para ello hemos contratado a un experimentado "hacker" que se encargará de ello. Este hombre, que se hace llamar por el mote de "Kiko", trabajó en la empresa que tiene el sitio de Internet www.jocketa.com, de la cual fue despedido por asuntos estrictamente internos, pero que conoce muy bien como infectar la descarga de los libros. Además, todos sabemos que este sitio es el que tiene el mayor número de usuarios. Este tal "Kiko" es muy amigo de un empleado de esa empresa y colaborará con él para obtener el fin propuesto y es con quien compartirá el dinero que nos exigió.

 -Perdón que te interrumpa Eusebio. Creo que la mayoría de los que estamos aquí, pensamos que el "hacker" infectaría a todos los sitios de Internet que contienen libros. ¿Será así o no? –preguntó un librero llamado Valerio López.

-No Valerio, eso no es posible porque son todas empresas distintas. Tendríamos que buscar y contratar a "hackers" que tengan relación con cada una de ellas y se necesitaría un dineral. Da gracias a que pudimos hacerlo con una empresa que maneja el sitio más importante.

-¿Sabés que es lo que hará exactamente para infectar a ese sitio?. Yo tengo entendido que los virus vienen adjunto a los e-mails. ¿Será algo así? –inquirió otro de los presentes.

-¡No, nada que ver!. Quien lee o descarga un libro no lo recibe adjunto a ningún e-mail, lo lee o lo descarga directamente del sitio al cual ingresó.

-¡Dale Eusebio!... Explicanos de una vez, como es el procedimiento –le reclamó Benjamín Lerner.

-Está bien, no se pongan nerviosos. Debo decirles que el procedimiento técnico lo desconozco porque es tema absolutamente interno de cada empresa,. solo puedo repetir lo que el "hacker me transmitió y que fue lo siguiente. La cuestión es infectar una palabra que tiene que contener las cinco vocales, ni una más ni una menos –decía Eusebio cuando lo interrumpió Artemio Allende.

-¿Qué palabra?... ¿Murciélago?... ¿Y con eso va a infectar miles de libros?... ¡Ami me parece que el "hacker" te jaqueó a vos!.

-¡No Artemio!... A ver, préstenme atención todos y no me interrumpan que se los explico con la mayor simplicidad. Lo que yo he convenido es lo siguiente. El "hacker Kiko" se contactará con su amigo de la empresa que tiene el sitio en la web, titulada www.Jocketa.com, para infectar cinco palabras que contengan las cinco vocales. Estas palabras deben ser las que se supone que, al menos alguna de ellas, no faltan en los textos de una gran cantidad de libros, los que quedarán infectados y quienes los descarguen tendrán graves problemas en su computadora, puesto que el virus les quemará sus archivos. Cuando se corra la bola, no solo de boca a boca, sino que hasta podría salir publicado en los diarios, nadie querrá bajar ni leer libros de este sitio y posiblemente de ningún otro de similar estilo.... ¿Fui claro?.-

--Ahora sí lo entendí – dijo Artemio.

--¿Y qué palabras serán las que le vas a dar a Kiko? – preguntó Iñaki.

--Ya se las di en la reunión que tuve con él el pasado martes, donde también le entregué los 5000 dólares de adelanto. Las palabras elegidas fueron estas: abuelito, auténtico, educación, euforia y reputación.

--Disculpame Eusebio, pero a mi me parece que con esas palabras, muy pocos libros serán afectados por el virus y dentro de esos pocos, quizás sean libros que nadie lee – opinó Roberto Bossi, otro de los aportantes.

 --Bueno, no seamos tan pesimistas. Yo estoy seguro 11 que en cuanto les suceda a un par de usuarios y manden un alerta, la noticia se expandirá como un reguero de pólvora encendida.

--Che Eusebio,... esperemos que esto sea como vos decís, pero por las dudas, ese Kiko te dio el documento de identidad como garantía –inquirió Benjamín.

--No, preferí que me diera este reloj de oro que llevo puesto –respondió mientras levantaba la manga del saco para que lo vean.

--¿Te aseguraste de que sea auténtico y no sea un baño o enchapado?.

--Por supuesto Benjamín, no te preocupes, tomé todas las precauciones.

--Mejor así porque una partecita de ese reloj me pertenece, aunque sea momentáneamente.

--Sí es momentáneo porque en cuanto Kiko me avise que la tarea ha sido cumplida, se lo tendré que devolver junto con los otros 5000 dólares. Bueno... ¿Quién más quiere hacer alguna pregunta?.

--¡Sí, yo! -voceó Iñaki-. ¿Cuándo sabremos que el sitio "Jocketa" esta infectado y que realmente quema los archivos de la computadora?.

--Será cuando el "hacker" me avise y luego, habrá que esperar que salte el alerta por algún lado, que estimo no demorará dado que es un sitio "web" muy visitado por miles de usuarios lectores. ¿Alguna otra pregunta?...¿No?... Bien, entonces damos por terminada la reunión. En cuanto tenga nuevas noticias, los volveré a citar para que traigan los aportes restantes. No será necesario que vengan personalmente, pueden mandar a cualquiera con el dinero. Buenas noches para todos.

Con estas últimas palabras, Eusebio Brasco dio por cerrado el acto.

Fue el día viernes 27 de abril cuando el "hacker Kiko" le avisó a Eusebio Brasco que el virus estaba listo para ser insertado en el sitio "web" www.Jocketa.com., previo pago de los 5.000 dólares restantes. Noticia que de inmediato puso en conocimiento de los libreros para que traigan o hagan llegar el dinero acordado.

 Una vez recaudados los 5.000 dólares, el día 5 de julio, Eusebio Brasca se reunió en la oficina de "hacker Kiko" para finiquitar el convenio. Contra la entrega de los dólares y la devolución del reloj, recibió una planilla del "hacker", que contenía un largo código de Internet y que servía para verificar que el virus esta insertado en el mencionado sitio de Internet, sin que esto afectara a la computadora en uso. Tanto era así, que el "hacker" uso su propia computadora para demostrarlo.

De regreso a su casa, Eusebio convocó a sus tres colegas de confianza, a presentarse en su local a las 20:30 horas, para que vieran el éxito al que habían arribado. Estando los cuatro en la oficina de la librería, les informó lo hablado con el "hacker" y les mostró la planilla con el código.

--Y como les estaba diciendo, este es el código que permite ver la infección sin que actúe el virus.

--¿Ese código lo vas a poner en esta computadora? – preguntó Artemio.

-Sí. El "hacker" lo hizo en la suya y no pasó nada, no le borró ningún archivo.

--¿Y entonces para que carajo sirve? –inquirió Benjamín.

--Me parece que ese fulano llamado "Kiko" entre comillas, te estafó olímpicamente, por no decir que nos cagó a todos –expresó Iñaki.

--¿Esto quiere decir que para saber si en verdad existe el virus habría que ingresar a "Jocketa", leer un libro o descargarlo y ver si te quemó los archivos?. No me gusta nada tener que hacer eso –se quejó Benjamín irónicamente.

--No solo eso Benjamín, salvo que tengas la suerte de embocar un libro que contenga las cinco palabritas que llevan el virus, por ahí te tenés que leer cinco novelas hasta dar con una de ellas –acotó Iñaki, no menos mordaz.

--¡Paren un poco! –exclamó Eusebio-. Primero les digo que para saber si el virus actúa eficazmente sin poner en riesgo nuestra propia computadora, habría que esperar que lo sufra alguno de los usuarios y mande un alerta.

--¡Bárbaro Eusebio!... Sería muy bueno siempre y cuando, algún usuario emboque un libro con al menos una de las palabritas y que después quiera mandar un alerta, cosa que no creo que haga, sino más bien, seguro que puteará, llevará la computadora a un técnico para que saque la infección y esperará que otros usuarios también caigan en la volteada, para no ser él el único boludo al que le tocó el virus –dijo Iñaki con suma mordacidad.

--¡Jodete Iñaki!... Si hubieras dicho todo esto en su momento yo no me embarcaba en este maldito proyecto – expresó Eusebio.

--Y yo tampoco –dijo Benjamín para no ser menos.

--Estoy notando que ustedes no saben nada... Por lo general todos los libros de los diversos sitios de Internet, están subidos en PDF y con solo abrirlos, cargarlos y tener la primera página a la vista, se puede ubicar cualquier palabra o frase con un buscador que posee. Si no indica que fue encontrada es porque no está en su texto y si está la verán señalada y coloreada. Con esto quiero decir que son unos burros y que no es necesario que se lean todo el libro – aleccionó Eusebio.

--Está visto que para saber si el virus funciona o no, tendremos que esperar que algún boludo de los que mencionó Iñaki, tenga la bondad de mandar un alerta o  esperar que sean muchos y salga en los diarios... Ahora yo me pregunto.. .¿Cuánto habrá que esperar?.

--¡Nada Artemio!. No tendrás que esperar nada porque ahora mismo voy a usar una vieja computadora portátil que aun mantiene archivos que ya copié o que no necesito –dijo Eusebio y seguidamente, de una caja arrumbada en un rincón, la sacó y colocó sobre la mesa. Luego de hacer todas las conexiones ingresó al sitio www.jocketa.com, donde eligió un libro al azar -. Ahora podrán ver y aprender como se busca una palabra dentro del texto –avisó y procedió tal como lo había explicado, usando la palabra "abuelito", pero no apareció y lo mismo pasó con las otras cuatro palabras que también contenían las cinco vocales-. Bueno, con este libro no tuve suerte, probaré con otro –dijo e hizo lo mismo que con el anterior con resultado negativo.

--Ya me estoy arrepintiendo de haber puesto plata de mi bolsillo, para que pase al del estafador "hacker" –se lamentó Benjamín.

--Yo también y más si pienso que con el dinero que perdí podía haber comprado varias resmas de papel carta que me están faltando en mi negocio –se lamentó Artemio.

--Vamos Eusebio, buscá otro libro y encontrá algo porque yo también estoy a un paso de lamentarme y arrepentirme –dijo Iñaki

--Es lo que estoy haciendo pero sigo sin suerte, en este tampoco están las palabras claves. A ver este otro que al menos tiene la palabra educación en el título... ¡Al fin apareció!. ¿Ven que "Educación" está con un fondo celeste, que apareció en cuanto puse esa palabra en el buscador?.

--Sí, cómo no voy a verla si tiene un fuerte resplandor, pero es en el título nada más –objetó Artemio.

--Es que ahora debo correr las páginas y seguro que hay más palabras con el mismo fondo –estimó Eusebio y efectivamente, fueron apareciendo en todas las páginas que contenían la palabra "educación".

--¡Qué fenómeno,... que brillo tienen todas, como para no verlas! –dijo Iñaki admirado.

--Con semejante resplandor, creo que ya debe haber requemado los viejos archivos –supuso Benjamín.

--Abro otro libro y después vemos que pasó con los archivos –avisó Eusebio y sucedió lo mismo, en este caso con la palabra "reputación", también con un intenso brillo sobre un fondo celeste.

--Mirá Eusebio, yo te sugiero que pares de buscar más palabras, porque no solo te quemará los archivos sino que te va a derretir la computadora.

--Vemos esta última y paso a los archivos.

Terminada la visualización de las palabras contaminadas con el virus, Eusebio activó la plantilla de los archivos y... ¡Oh sorpresa!. Todos los íconos de los archivos estaban intactos.

--¡Yo estaba seguro de que ese falso "hacker" nos estafó!... ¿Ki-co-sa no? –expresó Benjamín en tono burlesco.

--Esperen que todavía no pulsé en uno de los iconos, tal vez quemó el contenido pero no al ícono –supuso Eusebio, aún sorprendido pero esperanzado y de inmediato cliqueó y el ícono despidió un gran resplandor como el flash de una cámara fotográfica y lo mismo sucedió con los otros íconos.

--Como habrán visto, los archivos han sido recontra requemados y esto va para los incrédulos como ustedes. Así que vayan disculpándose por todas la idioteces que dijeron.

--Sí, disculpame porque esto es más que fabuloso. A quien le pase esto cuando quiera leer un libro, se lo cuenta a todos sus amigos y conocidos porque es imposible guardárselo para sí –dijo Benjamín.

--Si fuera en colores en lugar de un resplandor siempre blanco brillante, hubiera sido parecido a fuegos artificiales – dijo Artemio entusiasmado.

--Tenía razón el "hacker", en cuanto esto trascienda, nadie más entrará a esa clase de sitios y no les quedará otra que volver a las librerías... ¡Esto hay que festejarlo!... Ya mismo vamos a un bar a tomar unas copas –propuso Iñaki.

Y allá fueron, bebieron con bastante descontrol lo que al parecer, les provocó una fuerte irritación en los ojos y terminaron internados en un hospital.

Los correspondientes estudios preliminares, daban cuenta de que padecían una fuerte borrachera, por un lado, y por el otro, una fuerte irritación en los ojos provocada por una infección contagiosa.

Al siguiente día, disipada la borrachera, los cuatro fueron derivados a una Clínica de ojos, donde les diagnosticaron que tenían infectadas las retinas.

Al tercer día de estar internados, aparecieron las primeras noticias respecto a la infección de "www. jocketa.com" anunciando que los libros de ese sitio de Internet estaban contaminados con un voraz virus que infectaba la retina y producía ceguera a quienes leyeran sus páginas, particularmente, algunas palabras que tenían un excesivo brillo.

De los veintidós dueños de librería que fueron aportantes en la concreción del proyecto de infección, solo se salvaron del virus ocular, aquellos que se enteraron antes de utilizar la computadora y que solo fueron dos.

El sitio web www.jocketa.com fue clausurado de inmediato y tras él, lo mismo ocurrió con todos los otros sitios que ofrecían la lectura o descarga de libros. Y SI,.. LA GENTE VOLVIÓ A LAS LIBRERÍAS Y........ ...DESTRUYERON SUS E-BOOKS




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Aniquilar a los E-Book
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