En estos últimos meses antes de que comience el Mundial de Brasil 2014, la Copa del Mundo se pasea por distintos países y las asociaciones organizan eventos para que los aficionados la conozcan y se fotografíen con ella.
Réplica de la original |
En estos últimos meses antes de que comience el Mundial de Brasil 2014, la Copa del Mundo se pasea por distintos países y las asociaciones organizan eventos para que los aficionados la conozcan y se fotografíen con ella.
Sin embargo, como la mayoría de los aficionados sabe, esta no es la copa que se entregó en el primer Mundial disputado en Montevideo en 1930.
En esa ocasión el trofeo era el Jules Rimet, el cual fue entregado en propiedad a Brasil tras ganarla en tres ocasiones (1958, 1962 y 1970).
No obstante, el trofeo que ya había sido robado por unos días en Inglaterra 1966 y encontrado por el famoso perro Pickles, fue nuevamente hurtado, esta vez en 1983 de la sede de la Confederación Brasileña de Fútbol en la ciudad de Río de Janeiro.
Si bien la Copa nunca apareció (se dice que fue fundida), si se logró apresar a los culpables. Oficialmente el "cerebro del golpe" fue un tal Sergio Pereira Alves . Este convenció a otros dos argentinos José Luis Vieira, apodado "el Bigote" y Francisco Rocha, apodado "el Barba" para robar el Trofeo Jules Rimet, y el golpe se dio la noche del 19 de diciembre de 1983.
El cuarto personaje en la historia es Juan Carlos Hernández en cuyo taller se sospecha que pudieron fundirse los 1.8 kilos de oro de 18 quilates de aquella copa (a posterior se demostró que el taller no contaba con las herramientas adecuadas, por lo que el fundido debió haber sido muy lento).
Una de las teorías que se manejó en su momento fue que la Copa fue comprada por un señor llamado Giulite Coutinho (Visconde do Rio Branco), ex-presidente de la Confederação Brasileira de Fútbol. Pero, este lo negó y no pudo probarse lo contrario.
Lo curioso es que hasta el último día, tres de los argentinos juraron ser inocentes y murieron en la absoluta pobreza. El único que queda vivo, el joyero Juan Carlos Hernández, no ha dado aún muestras de riqueza y sigue diciendo que "él no fundió la copa".
La pregunta es ¿qué ha pasado con Jules Rimet? ¿Fue fundida o como tantas otras obras de arte descansa en las vitrinas de algún coleccionista lejos de Brasil?. Seguramente nunca sabremos la verdad.
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